RAFAEL CARO SOGORB
Escribo estas líneas para invitar a la reflexión sobre un término lingüístico comúnmente empleado en el mundo del baloncesto, aunque es extensible a otros deportes. Es habitual leer o escuchar a los entrenadores, deportistas y comentaristas deportivos, utilizar el término "agresividad" para expresar en un equipo o un jugador individual, un déficit de intensidad en su juego, fundamentalmente en defensa (aunque también he escuchado utilizar la expresión "agresividad ofensiva"). Las frases empleadas son del tipo "falta agresividad" o "hay que ser más agresivos".
Si consultamos el Diccionario de la Real Academia Española, obtenemos las siguientes definiciones: "Agresividad: tendencia a actuar o responder violentamente". "Agresivo": 1. Que tiende a la violencia. 2. Propenso a faltar al respeto, a ofender o a provocar a los demás. 3. Que implica provocación o ataque.
Es decir, agresividad es sinónimo de violencia, o cuanto menos de mala educación. A mi juicio, incitar a la agresividad a un jugador es incitar a la violencia, a lesionar al contrario si es preciso. Evidentemente, no son estos valores los que se deben transmitir a los deportistas ni a los aficionados, sobre todo a los más jóvenes.
Entiendo que la idea que subyace cuando se habla de falta de agresividad, realmente es una falta de intensidad, un déficit de movilidad, velocidad y energía, o una falta de concentración. Cuando un jugador es desbordado repetidamente, llega tarde a la posición defensiva o cede reiteradamente la posición en el rebote, lo más probable es que le falte preparación física, que supone falta de oxígeno, ralentización de la mente y lentitud de piernas, o falten fundamentos técnicos, o incluso puede ser una falta de concentración en el juego.
Por todo ello, sugiero que se revise la invitación a la "agresividad" para desvincular completamente el deporte de la violencia, y se sustituya por otros términos más adecuados, como por ejemplo intensidad, velocidad, fuerza, energía o concentración.
Si consultamos el Diccionario de la Real Academia Española, obtenemos las siguientes definiciones: "Agresividad: tendencia a actuar o responder violentamente". "Agresivo": 1. Que tiende a la violencia. 2. Propenso a faltar al respeto, a ofender o a provocar a los demás. 3. Que implica provocación o ataque.
Es decir, agresividad es sinónimo de violencia, o cuanto menos de mala educación. A mi juicio, incitar a la agresividad a un jugador es incitar a la violencia, a lesionar al contrario si es preciso. Evidentemente, no son estos valores los que se deben transmitir a los deportistas ni a los aficionados, sobre todo a los más jóvenes.
Entiendo que la idea que subyace cuando se habla de falta de agresividad, realmente es una falta de intensidad, un déficit de movilidad, velocidad y energía, o una falta de concentración. Cuando un jugador es desbordado repetidamente, llega tarde a la posición defensiva o cede reiteradamente la posición en el rebote, lo más probable es que le falte preparación física, que supone falta de oxígeno, ralentización de la mente y lentitud de piernas, o falten fundamentos técnicos, o incluso puede ser una falta de concentración en el juego.
Por todo ello, sugiero que se revise la invitación a la "agresividad" para desvincular completamente el deporte de la violencia, y se sustituya por otros términos más adecuados, como por ejemplo intensidad, velocidad, fuerza, energía o concentración.
CARTAS AL DIRECTOR : http://elpais.com/diario/2006/12/17/opinion/1166310005_850215.html
Y tú , ¿ qué opinas ?
Totalmente de acuerdo, Susana. Conviene reflexionar sobre estas cuestiones.
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